Nuestra querida amiga Marta Sacco nos envía esta foto de una poesía dedicada a Quinquela Martín, en la primavera del año1961, escrita por Luba, escultora amiga de Benito.
¡Gracias, Marta! *Archivo personal de Benito Quinquela Martín. Bibliorato Nº 31 (2) “Poesias” Pág.101 |
viernes, 30 de septiembre de 2011
Luba: una poesía dedicada a Quinquela
sábado, 24 de septiembre de 2011
Marta Sacco: Vuelta de Rocha: olas y lapacho en flor
En la Vuelta de Rocha olas y lapacho en flor, foto de la amiga Marta Sacco, a quien agradecemos el envío de esta hermosa imagen.
jueves, 22 de septiembre de 2011
María Hortensia Troanes: La sala de los Mascarones de Proa
Donde se estrecha el vasto estuario
del mundo
los barcos arrojan su bitácora,
saeta a las alturas, brújula, contraseña,
mareada en un espejo.
-De barco a cielo.
-Sea que arriben o que zarpen.
Caben en la memoria,
plateados naufragios,
sucesivas, remotas, fundaciones,
cartografías afiebradas,
tormentas repentinas, las maniobras del viento;
el barro pegajoso y la arenisca
de batallas, incendios, incursiones, amores,
de ciudades pobladas, despobladas, trasladadas, perdidas,
de hambrunas,
entre los verdes de la línea de fondo, solo río
y las lenguazas castañoamarillento o más oscuras,
de otoño a invierno a primavera verano
en transición al mar.
Poderoso, fértil,
légamo patria sedimento
desagua
la gran cuenca del agua.
Y aquel inquietante y cercano terremoto del mes de junio
1888
cuando el marrón furioso destapó los siglos,
en la vorágine del río,
haciendo temblar el maderamen de las casas
y la quilla de las naves.
Ahora
-quién sabe qué año- pasa un remolcador
con su monótono sonido y la humareda.
Arrastra un buque de oltreoceano
hasta su anclaje
lastimado
en los manchones multicolores y azarosos
de La Boca del Riachuelo.
*María Hortensia Troanes. La sala de los mascarones de proa. Ed. Nuevohacer, Buenos Aires, 2010.
martes, 20 de septiembre de 2011
María del Carmen Colombo: Cuenco
En
el patio de casa, sentada en una sillita, miro cómo una paloma picotea miguitas
del piso. De pronto, una agitación de alas en el aire. Levanta vuelo la
paloma.
Mis ojos, siguiéndola, se alzan y encuentran
el cielo lejano y muy azul, manchado con algunas nubes, y después a mamá, que
está colgando ropa allá arriba, en la terraza.
Mamá se pierde detrás de una sábana, su
cuerpo, velado, parece resistir el flujo y reflujo de la tela, agitada
por el viento. Después ella desaparece. Me desespero, el patio se agranda, el cielo se viene
encima.
Me levanto de mi asiento y la llamo, y justo
cuando estoy por llorar, la cara redonda y blanca de mamá se asoma por el hueco
que se forma entre dos prendas. Sonríe y me dice algo que no alcanzo a
escuchar.
Quieta, más bien paralizada al lado de mi
silla, la veo aparecer esta vez de cuerpo entero, sale toda ella de detrás de
una colcha como de un telón, y vuelve a ocultarse; una, dos, tres
veces se repite esa coreografía, hasta que mamá se desprende de la última
sábana y comienza a bajar por la escalera mientras se arregla el pelo
alborotado.
Ahora viene lentamente hacia mí. Está cerca,
muy cerca; se agacha y sus brazos me sujetan con fuerza. Yo hundo mi cabeza en
el cuenco de su pecho: siento el olor fresco de su piel, mezclado con el
perfume a sopa que parece desprenderse de las flores celestes de su batón.
*Texto inédito.
sábado, 10 de septiembre de 2011
viernes, 9 de septiembre de 2011
Breve historia de la pizza
Material extractado del blog: La Oreja que piensa
(...) Inspirados en los griegos y los etruscos que elaboraban una masa cocida saborizada, los romanos del antiguo imperio preparaban, ya en el siglo I, una masa cocida similar al pan pero de forma circular y condimentada con hierbas y semillas. Catorce siglos después, descubrimiento de América mediante, los conquistadores españoles que llegaban del Perú, introdujeran en Europa el tomate.
Este fruto inicialmente se utilizaba sólo como elemento de decoración, pero con el correr del tiempo la gente se animó a comerlo: fue en ese momento cuando comenzó la verdadera historia de la pizza. Y la mozzarella dijo presente.
Las primeras pizzas eran condimentadas con tomate, hierbas y albahaca. En 1889, en la ciudad de Nápoles, el queso hizo su aparición triunfal, gracias a la Reina Margarita de Saboya, quien había oído hablar de la pizza, esa “comida de la plebe” con tanto prestigio en el lugar. Su curiosidad fue tal que emitió una orden real por la cual ordenaba al panadero Rafaele Espósito, de la pizzería “Pietro il pizzaiolo”, que le preparara uno de esos manjares.
Con la intención de homenajear a la Reina con los colores de la bandera de Italia, Espósito sumó al rojo del tomate y el verde de la albahaca, el blanco del queso mozzarella. Esta creación, a la que llamó “Pizza a la Margarita”, inauguró una nueva era, convirtiéndose con el tiempo en una de las comidas más populares de Italia y del mundo.
La pizza, patrimonio mundialMás allá de sus orígenes, la pizza ya dejó de ser una comida típicamente italiana para convertirse en Patrimonio de la Humanidad.
En Estados Unidos se introdujo en 1905, pero se popularizó al finalizar la guerra, por la difusión que le dieron los soldados que regresaban de Europa. Francia tiene la propia, que es rectangular al estilo romano. España se especializa en pizzas a veces de insólitos rellenos. En Medio Oriente es el “pan pitta”; en China la masa es cocinada al vapor y se sirve como pequeñas pizzetas con diferentes sabores.
Pero , probablemente, en ningún lugar del mundo haya tantas variedades de pizza como en Brasil. La inmigración italiana las importó, pero los brasileños le dieron su toque local, son muchas las variedades que se pueden degustar en los rodizios de pizza --las hay hasta dulces--.
Buenos Aires con aroma a muzza y fainá
(...) Los precursores de la pizza en nuestra ciudad fueron los napolitanos y genoveses que empezaron a prepararla a fines del siglo XIX, fundamentalmente en el barrio de La Boca, en un local -ya desaparecido- de la calle Del Crucero, en cuya pared se leía la leyenda "Sole, Pizza e amore".
En 1893, el xeneize Agustín Banchero abrió en el mismo barrio una panadería, que fue donde nació la fugazza con queso. En 1932, se mudó a la esquina de Brown y Suárez, e instaló al barrio como uno de los lugares ideales para comer "dos porciones de pizza por cinco centavos".
En 1893, el xeneize Agustín Banchero abrió en el mismo barrio una panadería, que fue donde nació la fugazza con queso. En 1932, se mudó a la esquina de Brown y Suárez, e instaló al barrio como uno de los lugares ideales para comer "dos porciones de pizza por cinco centavos".
En la misma época, desembarcaron sobre la avenida Corrientes “Guerrín”, “Serafín” (ya desaparecida), “Los Inmortales”, “Las Cuartetas”, “El Palacio de la Pizza” y “Pin Pun”. También en la década del ´30 nació una pizzería en Villa Crespo que se convirtió en un clásico del rubro: “Angelín”, ubicada en Córdoba 5270, creadores de la “pizza de cancha”, según ellos mismos se jactan. La pizza de cancha, o canchera, sólo lleva salsa y condimentos y en sus inicios se servía fría.
Ya para los años ´50 las pizzerías porteñas alcanzaban su apogeo, tanto en la zona del centro como en los barrios de la ciudad más alejados. En los ‘80, hizo su aparición la pizza a la parrilla, que impulsaron las casas “Grapa”, “Morelia” y más tarde, “Salomón Rey”, y en las puertas del nuevo siglo comenzaron a integrarse a las modernas guías gastronómicas de los "restó".
Ya para los años ´50 las pizzerías porteñas alcanzaban su apogeo, tanto en la zona del centro como en los barrios de la ciudad más alejados. En los ‘80, hizo su aparición la pizza a la parrilla, que impulsaron las casas “Grapa”, “Morelia” y más tarde, “Salomón Rey”, y en las puertas del nuevo siglo comenzaron a integrarse a las modernas guías gastronómicas de los "restó".
Ya sea de molde, media masa, a la piedra o a la parrilla, la pizza es sin lugar a dudas una costumbre nacional. Por eso, no podía pasar mucho tiempo sin que a alguien se le ocurriese hacer un museo de la pizza. “La pizzería de Don Luis”, en la ciudad de Córdoba, fue donde se concretó la idea. Ubicada en la avenida General Paz al 300, en el museo se exhiben algunos productos y objetos que se utilizaron en la década del '50, entre ellos, el histórico horno que "hizo grande a Don Luis".
Por supuesto no pueden quedar fuera de este recorrido las pizzas caseras. Hay tantas variedades como manos dispuestas a amasarlas.
La pizza es maravillosa, pero a la hora de cuidar nuestra silueta puede ser letal si nos excedemos (una pizza entera tiene 1.200 calorías) (...).
La pizza es maravillosa, pero a la hora de cuidar nuestra silueta puede ser letal si nos excedemos (una pizza entera tiene 1.200 calorías) (...).
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Primera foto del equipo de Boca Júniors...
Primera foto equipo de fútbol Boca Júniors (año 1905). Nota periódico Conexión, Arte y Cultura.
Un grupo de jóvenes boquenses, entre ellos Santiago Sana, Alfredo Scarpatti, Esteban Baglietto y los hermanos Juan y Teodoro Farenga, no conformes con el equipo de fútbol que integraban llamado Independencia Sud, resolvieron, el 1 de abril de 1905, fundar un nuevo club deportivo. Al día siguiente, reunidos en la Plaza Solís, discutieron el nombre del nuevo Club, descartando el de “Hijos de Italia” o “Estrellas de La Boca”. Santiago Sana entonces propuso el nombre de “Boca” en honor al barrio y le agregó; “Juniors” para darle un toque inglés típico de la época. El lunes 3 de abril de 1905, se designó la primera Comisión Directiva en la casa de los Farenga. Fue entonces, cuando nació la verdadera pasión popular, nacía nada más y nada menos que el Club Atlético Boca Juniors. . .
Material extractado de http://conexionbocajuniors.blogspot.com/
jueves, 8 de septiembre de 2011
Marcelo Carnero, poeta boquense, presenta su libro

La presentación estará a cargo de la escritora Vanesa Guerra. El autor leerá sus textos en vivo. El libro viene acompañado por un CD que incluye una entrevista a Carnero y textos del libro en su voz. La cita es el viernes 16 de setiembre en Acevedo 1031, entre Jufré y Lerma, Palermo, Ciudad de Buenos Aires, a las 20.30. Habrá poesía, brindis y festejo.
Era jardinero. Me gustaba saber cómo la luz prendía esas murmuraciones, esos rezos chiquitos antes de entrar al cielo. Abría las puertas con una patada y el poder de mi rifle desmoronaba la carne e inmediatamente, se extendían sobre la superficie de la tela, esas flores hermosas, rojas, de muchas preguntas. Se hacían, como si una araña las bordara, sutilmente.Pensaba en alguien que en China, hace miles de años, hubiera hecho lo mismo en un jardín inmenso.Un pequeño, pálido hombre bajo la luna blanca, haciendo crecer flores con sus manos de abeja.Mi oficio terminaba con el día.Debo decir que a veces no era tan placentero.La sangre es la semilla misteriosa.
EL AUTOR: Marcelo Carnero (Buenos Aires 1978). Publicó Tratado de cuerpo (La Carta de Oliver, 2008)Sentido de la oración (Abeja Reina 201).
LA EDITORIAL:Curandera es una nueva editorial de poesía creada por cuatro poetas: Marcelo Carnero, Soledad Castresana, Claudia Masin y Victoria Schcolnik. Se propone -en su colección principal- rescatar la obra de poetas contemporáneos, fundamentalmente latinoamericanos, cuyos textos, muchas veces de culto, se encuentran agotados o bien no han sido nunca editados; y también –a través de la colección Cruz de Sal- publicar la obra inédita de poetas contemporáneos.
viernes, 2 de septiembre de 2011
Niebla del Riachuelo
Tango 1937 |
Música: Juan Carlos Cobián |
Letra: Enrique Cadícamo |
Turbio fondeadero donde van a recalar, barcos que en el muelle para siempre han de quedar... Sombras que se alargan en la noche del dolor; náufragos del mundo que han perdido el corazón... Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar, barcos carboneros que jamás han de zarpar... Torvo cementerio de las naves que al morir, sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir... ¡Niebla del Riachuelo!.. Amarrado al recuerdo yo sigo esperando... ¡Niebla del Riachuelo!... De ese amor, para siempre, me vas alejando... Nunca más volvió, nunca más la vi, nunca más su voz nombró mi nombre junto a mí... esa misma voz que dijo: "¡Adiós!". Sueña, marinero, con tu viejo bergantín, bebe tus nostalgias en el sordo cafetín... Llueve sobre el puerto, mientras tanto mi canción; llueve lentamente sobre tu desolación... Anclas que ya nunca, nunca más, han de levar, bordas de lanchones sin amarras que soltar... Triste caravana sin destino ni ilusión, como un barco preso en la "botella del figón". |
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