jueves, 22 de septiembre de 2011

María Hortensia Troanes: La sala de los Mascarones de Proa

II. Lugar

Donde se estrecha el vasto estuario
del mundo
los barcos arrojan su bitácora,
saeta a las alturas, brújula, contraseña,
mareada en un espejo.

-De barco a cielo.

-Sea que arriben o que zarpen.

Caben en la memoria,
plateados naufragios,
sucesivas, remotas, fundaciones,
cartografías afiebradas,
tormentas repentinas, las maniobras del viento;
el barro pegajoso y la arenisca
de batallas, incendios, incursiones, amores,
de ciudades pobladas, despobladas, trasladadas, perdidas,
de hambrunas,
entre los verdes de la línea de fondo, solo río
y las lenguazas castañoamarillento o más oscuras,
de otoño a invierno a primavera verano
en transición al mar.

Poderoso, fértil,
légamo patria sedimento
desagua
la gran cuenca del agua.

Y aquel inquietante y cercano terremoto del mes de junio
1888
cuando el marrón furioso destapó los siglos,
en la vorágine del río,
haciendo temblar el maderamen de las casas
y la quilla de las naves.

Ahora
-quién sabe qué año-  pasa un remolcador
con su monótono sonido y la humareda.
Arrastra un buque de oltreoceano
hasta su anclaje
lastimado
en los manchones multicolores y azarosos
de La Boca del Riachuelo.

*María Hortensia Troanes. La sala de los mascarones de proa. Ed. Nuevohacer, Buenos Aires, 2010.

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